Enviado por isidro el
1. Yo, de pequeño, ya era un hombrecito afortunado y lo sabía. Lo he sabido siempre
Me "regalaron" una madre tierna y soñadora y un padre severo y trabajador al que le gustaba la caza y el campo.
Y heredé de ellos sus genes y sus costumbres y fui, por un tiempo, lo que ellos hicieron de mí.
Nunca me faltó nada, me bañaba las calurosas tardes de verano en las balsas de las huertas que había cerca de casa y tenía amigos con los que jugaba al fútbol, a las chapas, echábamos pedreas y leía tebeos- (Ahora les dicen "comic"). También iba de perro con mi padre a cazar palomas y en invierno por la noche después de cenar, en la habitación de estar, recargábamos cartuchos y escuchábamos la radio mientras mi madre cosía y mis hermanos jugaban. Lo tenía todo. Entonces descubrí la música y que podía cantar.
Cantaba y según mi madre lo hacía muy bien y ella, orgullosa de aquel don que decía que tenía, me sacaba al patio a cantar cuando lo pedían las vecinas: "Amalia, dile a Isidrín que cante "La campanera", "María de la O" o "una ranchera" y mi madre decía: "Anda Isidro, sal y canta". Y yo salía y cantaba, era tan fácil y me hacía sentir tan bien, me gustaba tanto. Sólo tenía que abrir la boca y dejar salir "aquello" que escuchaba en mi cabeza y que venía de algún lugar muy escondido, ¿de mi corazón?, ¿de mi alma? bueno, no sé, de dentro y guardé también este "regalo" como algo muy especial.
Cuando cumplí doce años mis padres me "regalaron" una guitarra española y aunque entonces yo no lo sabía, dos bocacalles más allá de mi casa, vivía "Ella". Entonces éramos niños, pero ya nos haríamos mayores y se cumpliría lo que estaba escrito, solo tenía que crecer y esperar.
2. Ella
Cuando conocí a Hortensia, en la primavera del 72, yo tenía 24 años y andaba enredando con la música como siempre."El Lobo", "el Mada", Rodolfo, "el Boti" y yo, hicimos "La Banda". Una orquesta para tocar en los bailes, con el único fin de ganar algo de dinero, que siempre venía bien.
Conocerla fue lo mejor que me había pasado nunca. Ella trajo a mi vida tanta emoción y tantas ganas de vivir, que me parecía imposible que fuera yo el protagonista de aquel sueño.
Era hermosa, risueña y alegre; y a mí, se me reían los huesos con solo verla. ¿Cómo era posible que aquella muchacha rubia, bonita y delgada, hubiera vivido a dos pasos de mi casa y yo no la hubiera visto nunca? ¡Si estaba allí al lado!, ¡Si yo, era amigo de sus hermanos!, ¡Si había pasado por su puerta mil veces para ir a jugar al fútbol en la era que había enfrente de donde ella vivía!. Simplemente, no había llegado el momento.
Nunca me había sentido tan bien. Siempre estaba contento y de buen humor y cuando, después de pasear y hablar toda la tarde, le acompañaba a su casa, estaba soñando con verla al día siguiente.
Por la mañana, a las siete y media, iba a esperarla a la puerta de su casa. Nos dábamos un beso y hablando y riendo cogidos de la mano calle alante, íbamos a trabajar; ella a Hacienda y yo a la Caja de Ahorros. Nos despedíamos con otro beso que nos hacía salir los colores a los dos (entonces besarse en público era, casi, casi, pecadito mortal-y sé lo que digo-) y al despedirnos, quedábamos para vernos a las diez y diez en "Bristol"- una cafetería que había en el Altozano- para desayunar juntos. Luego vuelta a la oficina hasta las tres que salíamos de trabajar y cogidos de la mano regresábamos al "Barrio de las Casas Baratas", nuestro barrio, haciendo planes para la tarde.
Yo me sentía importante a su lado, era maravilloso quererla y sentirme querido. ¡Dios que feliz era! Estaba enamorado y teníamos (entonces no lo sabíamos) casi cuarenta años por delante para disfrutar de "ese regalo".
Atrás quedaban como entre niebla mis recuerdos de infancia, los amigos, el instituto y aquella voz, aguda y limpia de la que tanto disfruté hasta que "me hice hombre". Ahora tenía una voz nueva, hermosa y grave, y la música seguía fluyendo en mi cabeza, además, la tenía a "Ella" ¿Qué más podía pedir?.
Habíamos crecido, nos habíamos encontrado y echado a andar juntos, y yo me sentía un muchacho afortunado.
3. Emociones, flashes, Instantes y Bocetos.
Pasión, alegría, tristeza, desesperación, dolor, miedo, rabia, ilusión, celos, ansiedad, amor, desamor, gozo, belleza...
Hay personas que a través de la música, la literatura, la pintura, el cine o cualquier otro medio imaginable; con historias reales o inventadas son capaces de despertar en los demás las emociones y sentimientos que, dormidas o a flor de piel, todos llevamos dentro. ¡Qué extraordinario y hermoso es ese don! y como admiro a quienes lo tienen.
Yo sé mejor que nadie, que nunca he sido nada del otro mundo ni como músico, ni como escritor y para ser sincero, tampoco me ha importado.
Soy, lo que quizás cualquiera, con "amor propio y aspiraciones", tacharía de manera despectiva de "mediocre", pero yo no me considero así ¡qué va! Es más, creo que también en este aspecto he sido y soy afortunado porque siempre he tenido la inspiración, la intuición y la constancia necesaria para hacer lo que pretendía; vamos que me he apañado.
Claro que me habría gustado ser un buen músico o un buen escritor para saber expresarme mejor. Lo intenté cuando joven en la "música" y la experiencia fue dura y decepcionante y reconozco que me sentí liberado cuando acepté mis límites y agradecí los dones que me correspondieron en el reparto, que han sido, si no muchos, si suficientes.
Con ellos, en el 96 junté mis recuerdos de infancia y juventud en "El Barrio de las Casas Baratas" y en 2005, cuando nació mi primera nieta Lucía, sentí la necesidad de hacer balance de lo vivido y recrearme en contarle a un hipotético escuchante (De Isi a Dro)lo afortunado que había sido al haber compartido los últimos treinta años de mi vida; con una mujer hermosa, poderosa y valiente a la que amaba y por la que me sentía querido; haber sido padre de dos hijas y abuelo; ¡Ah! y de paso, "quejarme y criticar como siempre" (aquellas cosas que veía a mi alrededor y no me gustaban) utilizando la música y la poesía.
Han pasado casi diez años desde entonces y en este tiempo he dejado como "flashes" los"bocetos" de los"instantes" más preciosos, más felices y también los más dolorosos y tristes que he vivido desde aquella primavera del 72.
Ellos hablan por mí de mis "sueños", "miedos", "anhelos" y "creencias"; de estados de ánimo:(de volar en las alturas y a ras de suelo) y también de mis luchas y contradicciones que han sido, son y serán muchas, mientras viva.
4. ¿Y ahora qué?
Sesenta y cinco años no son muchos, pero si suficientes para pensar que una buena parte del camino está andado, y tengo que reconocer que, por desgracia, no soy ni mas sabio, ni más listo ni mejor que cuando era niño.
He cometido muchos errores, mantenido actitudes que ahora veo que fueron equivocadas, y vivido épocas de conflictos, decepción y tristeza que me gustaría olvidar. De todo ello he intentado aprender. He tenido el gozo de amar y ser amado y he sentido quebrarse mi alma y mi fe por el dolor y la desesperación cuando Hortensia se marchó.
Siempre he buscado, yo diría que incansable y pertinaz, hasta hoy,-y lo seguiré haciendo mientras viva-,respuesta a todas las inquietudes y dudas que me han planteado mi corta inteligencia ,mi deseo y mi afán de saber qué y quién soy; de donde he venido y a donde voy -sin importarme las contradicciones en que haya podido incurrir y tratando de ser fiel y consecuente con lo que en cada momento he creído. He sacado mis propias conclusiones y en esos "bocetos" están.
Y lo que al principio fue un entretenimiento, el tiempo y las circunstancias lo convirtió en necesidad; en una terapia, que durante mucho tiempo alimentó y reconfortó mi alma y que en los últimos años, unas veces ha sido pomada que alivió el dolor y otras, sal en las heridas.
No creo en religiosos ni gobernantes y lamento estar convencido de que ninguna canción cambiará el mundo (aunque ya me gustaría) porque sé que, como hasta ahora ha sido, ya se encargarán quienes detentan los poderes fácticos de hacer cuanto sea necesario para que todo siga igual.
Creo en las personas, aprecio y admiro en ellas la inteligencia, el valor, el respeto, la inocencia, la ingenuidad, la bondad, la ternura y el ser capaz de ponerse siempre en los zapatos del otro, huyendo de juzgar a nadie.
Creo en el poder de una sonrisa, aunque yo no sonría mucho últimamente. Me duele el dolor y el sufrimiento propio y ajeno y si en alguna ocasión lo he causado a alguien pido perdón por ello; y confieso que he sido y soy "un hombre afortunado" por todo lo que la vida me ha "regalado" sin merecerlo.
Creo que hay vida más allá de la muerte física y que todo lo que ha de suceder ya está escrito. Que el Universo y todo cuanto en el existe, no es fruto de la "casualidad" y sí, la obra de un Creador. El conoce mi fragilidad, mi debilidad y mi limitado entendimiento. Él dirá. Toca esperar y dejarse llevar....
Volveremos a vernos ¡Estoy convencido!
Al-Basit, Junio de 2014
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