- Una tarde de septiembre, en Madrid,
- una orilla de mi mar se hizo bahía
- de aguas tibias limpias y tranquilas;
- ideal para el barquito chiquitín
- en el que navega tu alma Lucía.
- Tienes los ojos color de esperanza
- y el amor dibujó tu sonrisa;
- hueles a Dios a misterio y a vida,
- niña de mi niña, pequeña Lucía.
- Si algún día, pequeña Lucía,
- te ves en aguas profundas y frías,
- deja que el Cielo sea tu viento,
- Él llevará a buen puerto el hermoso velero
- en el que navega tu alma, Lucía.
- Tendrás los ojos color de esperanza
- y el amor seguirá en tu sonrisa;
- olerás a Dios, a misterio y a vida.;
- siempre serás la niña de mi niña, pequeña Lucía.
(A mi nieta Lucía)
Septiembre, 2004